Os voy a ser sincero, los conciertos que tengo interés tiendo a tomar distancia, a alejarme del público, a escucharlo sin interrupciones, divisar, digerir, aprender, analizar… Entender que pasa, que siente un público que tiende a trasmitir sensaciones si observas con atención.
Abrieron nuestros amigos de Claim, una gran alegría contemplarlos de nuevo en los escenarios, verlos en forma, con ese buen rollo que siempre han trasmitido en sus canciones, Bengala es un puñetazo en la mesa, una canción que recobra el mejor Claim. Los que amamos a estos chavales (ya padres) sólo podemos desear que tengan todo lo bueno que se merecen.
Ayer era un día que esperaba con mucha curiosidad, atrás quedaba cuatro años desde aquel diecisiete de febrero de 2019 cuando conocí a cuatro jóvenes de Cartagena tocando en aquel Rin Ran Suena inconcluso en segunda edición. Aquellos cuatro amigos que ese verano me contaban como había surgido la banda, Antonio en conversación con Dani “Yo tengo una banda, lo que no tengo son los músicos que formen la banda”, a lo que Dani respondió “Pásame lo que tienes y si nos gusta ya tienes banda”, se me quedó aquello, como de una conversación una noche, una casualidad, puede surgir algo que hoy está en boca de todo el mundo de la música. Llegó el Big Up!, el fichaje por Sony -junto al acertado asesoramiento de Claudia y Tonny (Son Buenos) – hizo el resto. La primera piedra en el camino estaba salvada, y con nota, estaban en el barco correcto, sólo necesitaban no fracasar donde muchos lo han hecho, en la música, en no saber conectar con el público tal y como se esperaba, y esa era mi gran curiosidad de anoche.
Esa distancia de la que hablaba al principio me permitió observar el comportamiento de los asistentes, subí a la grada y esperé. No había un hueco en la arena de la plaza, las gradas con una gran entrada, y la marea entregada, pues eso era lo que desde las alturas se observaba, amigos que cantaban al unísono abrazados, desconocidos que se giraban para corear unos con otros, con esa complicidad que da el sentir que hay algo que los une, que los hace parte de una familia. Desde lo alto la pista de la plaza de toros de Murcia asemejaba a un mar, un mar menor limpio, enrarecido, con esos brazos en alto que se mecían al ritmo de unas canciones que cuatro chavales de Cartagena interpretaban con pasión sobre el escenario. Unas canciones que me hicieron recordar el Iberia festival de la semana pasada, unas canciones que me hicieron pensar que dentro de veinticinco años algunos de los asistentes de anoche irán a ver un festival nostálgico donde el cabeza de cartel sean cuatro señores de Cartagena, cuatro señores que décadas atrás compusieron el Cadillac Solitario de una generación, unos chavales que cantarán Cariño, Antiareo o Exoplaneta, a hijos de los que anoche, con sus brazos al son, iniciaron una ola que anuncia el tsunami rockero que trae Arde Bogotá. Suerte amigos, algún día publicaré aquella entrevista en el Puerto de Cartagena antes de irnos juntos a ver a nuestra adorada Mavica.