La gente se arremolinaba junto a la mesa ubicada en el Hall del Teatro Romea, los CDs de “La Cuenta Atrás” era un preciado tesoro al que no se resistía persona, daba igual la edad, o el sexo, señoras de 70 años y chicas de 16, chavales universitarios o tipos que seguramente recordaban que el primer disco que compraron fue ese vinilo de Nacha Pop que aún guardan en una caja.
Junto a las taquillas se iba construyendo un muro casi infranqueable, eran legión los que esperaban pacientemente entrar y saludar a Jose y David, simplemente éramos muchos los que queríamos darles un abrazo y decirle “lo habéis conseguido”. No eran necesarias más palabras, sencillamente necesitábamos compartir ese momento de felicidad con dos chavales que llevaban años luchando y se merecían no solo eso, se merecen mucho más. Lo mismo ni es el sitio, ni es el lugar, ni les gustará que lo cuente, pero quiero que sepáis que clase de gente son. Cuando el cofundador de La Culturería enfermó Jose y David venían a visitarlo habitualmente, le contaban como iba su proyecto, le enseñaban en lo que estaban trabajando, le daban a escuchar teaser para animarlo a darles ideas… David y Jose alegraban a Raúl cambiando ese chip que el maldito cáncer no te permite obviar, desgraciadamente no fueron muchas las visitas pues la enfermedad fue tan cruel como fulminante, pero yo nunca olvidaré a esos chicos que estuvieron en los peores momentos, esos chavales eran Atrezo y ese viernes pude ver como triunfaban –rodeados de amigos- en el incomparable marco del Teatro Romea. Y digo bien, TRIUNFARON. Jose iba metiéndose el público en el bolsillo haciendo uso de esas tablas que ha ido puliendo por los escenarios de toda la región, es importante matizar ese detalle, Atrezo se ha pateado las plazas de todos los pueblos, las salas más pequeñas y los escenarios menos glamurosos, no ha sido flor de un día, ha sido un compromiso planificado donde cada paso era consecuencia del anterior.
Una voz en off realizando una cuenta atrás era el pistoletazo de salida a un concierto que tenía a la canción homónima como espoleta. La hora y media de espectáculo estaba planificada para dibujar un electrocardiograma, donde combinaban momentos explosivos con canciones intimistas, un repertorio alejado de algunas modas donde el planing parece ser una línea recta o en un constante ascenso, sin alternar -ni dar opción al público- de mezclar sentimientos con efusividad. Soltarnos –con el Romea iluminado por móviles- o Llegar hasta mañana se combinaban con otros temas mucho más animados que hacían al público ponerse en pie para seguir el ritmo de la banda y continuar coreando las composiciones independientemente de si se permanecía sentado o bailando. La apoteosis final llego con sus dos hits, Mírame y Revolución, sirviendole a Atrezo para cerrar una actuación en un listón muy alto.
Al finalizar intenté acercarme a saludar y felicitar, tras unos minutos haciendo cola vi que era una misión imposible, optando por salir a tomar algo en la Plaza del Romea, tras una pequeña cena volví al teatro en donde comprobé que -habiendo pasado más de una hora desde el final de la actuación- la cola de público continuaba siendo muy generosa, una alegría -que sumar a las que ya nos habían ofrecido sobre el escenario- ver esa respuesta de los asistentes ante el concierto de la banda… Y es que “Algo tendrá el agua cuando la bendicen”.