“Todos los raros fuimos al concierto
Del gran telépata de Dublín
Media hora antes invadimos el metro
Yo iba obligado y tú en éxtasis

Y tanto os daba ocho como ochenta
A los fanáticos de John Boy
Frente al estadio ya cantabais sus temas
Primeras filas vuestra obsesión…”

 Love of Lesbian dibujaba el fenómeno en club de fans de Jon Boy, yo pensaba en ello cuando me dirigía al Metropolitano a la tercera noche de Bruce en Madrid. Por la mañana había paseado por una ciudad en la que te cruzabas con multitud de personas intercambiando miradas cómplices al coincidir en las calles. Madrid era un hervidero de seguidores de el Boss, esa gente con la que coincidirías más tarde en la hierba (tapada) del estadio del Atlético de Madrid con un solo objetivo, disfrutar de algo que, por muchas veces que lo veas, es único, el rock en estado puro, el rock sin aditivos, sin salsas ni envuelto en un espectacular papel de regalo.

 La noche anterior estuve en el restaurante Xtreetxo de Daviz Muñoz, una experiencia para los sentidos y la vista, disfrutas de sus platos minimalista, de su presentación, de todo el ambiente (bueno a la música, como si estuvieras en Pacha Ibiza mientras te comes un ramen, lo mismo le pueden dar una vuelta), es un espectáculo de difícil catalogación, pero mientras la simpatiquísima y pizpireta camarera te explica lo que acaba de servir -que podrían traer en un plato de café y sobraría sitio- con una perorata similar a esto “Mejillón del Tigris con ocho apellidos mesopotámicos macerado en una crema de uvas pisadas por modelos de Victoria Secret tras el desfile de lencería presentación de la colección otoño, preotoño puente de todos los santos del año 2017, cilantro, canela y sudor de ñu”, en ese momento piensas en el rabo de toro que te has comido en Casa Alberto. Al final la vida es eso, hay productos que en definirlos tardas más que en disfrutarlos, son productos que debes probar y gozar, no obstante otros productos te acompañan siempre, son ese lugar al que irías todos los días sin saturarte. Xtreetxo lo recomendarías a todo el que visitara Madrid, Casa Alberto o La Taberna de la Daniela es al sitio que los llevarías.

Hoy hay mil conciertos que desearías ver, pero Springteen es ese Rabo de Toro que comerías una y otra vez, esos boquerones en vinagre de Daniela que parece que no puedes acabarte pero te dejan sitio para unos callos, un aperitivo en el que te quedarías a vivir o, mejor dicho, el concierto que querrías vivir con tu gente, con las personas que amas, eso es Bruce, no es sólo música, Bruce son momentos, emociones, compañerismo, ilusión. Bruce no es un gran cantante, mejor dicho “no es sólo un gran cantante”, es un gran interprete, el jefe transmite, como un Jon Boy de lujo te hipnotiza, te transporta, de una canción construye un momento, ese momento que retendrás, ese niño que hace pucheros cuando le da su pua o esa niña que jamás olvidará que Bruce le entregó su armónicam, ese momento en el que miras a un amigo, que nunca pensabas ver en un concierto, irradiando felicidad, o esas hermanas, que siguen a Bruce desde niñas, nerviosas por qué suena “su canción” pero no están juntas.

En el fondo Bruce es un poco como la vida, en la vida hay millones de momentos, de emociones, un concierto de Springteen es como cuando de pequeño ibas con tu padre a tomar un helado, al principio lo muerdes con ansiedad, no has degustado el primer bocado antes de dar el segundo, Bruce no te deja, enlaza canciones una tras otra sin descanso. Pero llega un momento en que ves que el helado se va terminando, y dejas de dar bocados para dar pequeños lametones deleitándote, quieres alargar ese instante hasta el infinito. Ese helado que disfrutas agarrado a la mano fuerte, poderosa, hogareña, segura, de tu padre hoy es algo que te hace disfrutar, pero con el paso del tiempo se refuerza, se hace un recuerdo que te acompaña por el resto de tu vida, un momento al que volverías una y otra vez, un instante en el que fuiste feliz. La mano de tu padre cariñoso llevándote a tomar un helado es ese punto en la memoria al que todos volveríamos, el abrazo de la gente que ya no está tras un gol de tu equipo para ascender… Un concierto de Bruce puede que no llegue a eso, pero está sólo un escalón por debajo. Recuerda esta noche por qué es el principio de siempre.