Andares cansinos, sonrisa perenne, simpatía a raudales… Tom Jones irradiaba esa felicidad preñada de nostalgia que sólo los que han vivido todo saben transmitir, la fragilidad de un octogenario se cruzaba con la sabiduría de un mito con más de sesenta años sobre los escenarios. Todo quedó atrás en los primeros acordes del concierto, dentro de la gira Ages and Stages, donde un piano y un foco eran la única compañía de un Tom Jones cantando I´m growing old, ese fue el inicio de una noche inolvidable, una velada en la que el anciano gales demostró que las piernas pueden no ser las de hace seis décadas, pero la voz sigue en plena forma.
El tigre alternaba el taburete con pequeños paseos sobre el escenario desgranando un repertorio que turnaba temas propios con ajenos en una suerte de homenaje a todos esos grandes músicos con los que ha ido compartiendo vivencias en esta larga trayectoria en el mundo del rock. Bob Dylan, Cat Stevens, Les Reed, Leonard Cohen, Randy Newman o las celebradísimas Kiss de Prince o Johnny B. Good de un Chuck Berry del que el gales nos contó que Elvis le habría reconocido como el auténtico Rey del R&R. El tema de Berry puso el colofón a cerca de dos horas de concierto. Algunas de esas covers (insisto que creo que son más un homenaje o revisión) fueron incluidas en su último trabajo Surrounded by time con el que se convirtió en el número uno de mayor edad en las listas del Reino Unido. Pop Star de Cat Stevens, Talking Reality Television Blues de Todd Snider, One more cup of coffee Bob Dylan o Lazarus Man de Terry Callier.
El Tigre de Gales, acompañado de cinco músicos en estado de gracia, puede que ya no sea el grácil felino que encandilaba al público (eminentemente femenino) con sus bailes y movimientos, puede que ya no tenga esa fuerza en el cuerpo propia de sus inicios, ni esa energía con la que volvió a la primera plana en los noventa, puede que ya el envoltorio haya sufrido el paso del tiempo, todo eso es cierto, no obstante no lo es menos que esa voz – que lo ha acompañado desde principios de la década de los sesenta – de barítono no ha perdido un átomo de su brillantez, de su poderío, de su potencia, pues nadie piensa en la edad cuando ruge el tigre.